Ceyalá

diario retroprogresivo

Etiqueta: Juego a vivir

Nada me quita el sueño.

Qué tontería decir no tengo tiempo

Que me reñirá Lala si no le escribo

(yo sé que no, pero lo pienso)

Por delicadeza

Perdí mi vida

Rimbaud

Pues ellas dicen que enamoro con mi voz y se por qué, porque soy tímido y hablo bajito, al oído, para no molestar. Y resulta sexy. Les gusta. Los efectos cada vez son menos arrolladores pero aún consigo objetivos y cuando eso pasa pienso, ostras, todavía, todavía funciona. Y me molan las muñequeras que llevo y ponerme una camisa chula y dejarla entreabierta. Y de dentro lo que más, quisiera pensar que alguien recoge mi ternura, esa que me atenaza, me comprime y me lanza, me envuelve en melancolía y algún rato me olvida. Te cuento esto porque me interrogaste. Lo tengo aquí, mira, en la lista de asuntos pendientes que ocupa tres folios y medio. Voy a ponerle una cruz.

Hecho.

Y esas palabras que has ido descifrando, orgullo, mentira, cobardías, ve aprendiendo a tragártelas, las tuyas y las de los demás, hasta que con una media sonrisa des por comprendido el mundo sin entender nada y pienses, está bien.

Descifrador de maremotos profundos.

En tu mochila cámbiame el bocata de queso por el de mortadela sin colesterol. Mortadela de mentiras.

Y como tu casa de madera hice yo miles con despojos de los árboles. Y aún hoy vivo en una de esas cabañas. Diviértete, pues.

Espero contar por descendientes alquimistas, truhanes, hijos de la alegría y de poetas.

Odias las armaduras. La mía sabes que es diferente. Sólo me protege del dolor de vivir. La necesito. Como en una burbuja que rueda, así voy.

Qué tontería decir no tengo tiempo. Voy haciendo todo lo que he de hacer, como el que cumple promesas, y lo que deseo se queda para lo último. No voy a llegar nunca a lo último.

Qué deseas de verdad, Gilbert…

Algunas cosas requieren de mí tanto esfuerzo que apenas veo más allá, salvo cuando sueño, que es siempre que estoy despierto. Si pasas por aquí, si pasas tú también y tú y tú y tú, y yo no estoy, tenéis que pensar que siempre estoy.

No tardo nada.

¡Ah! ¡Que venga el tiempo

En que los corazones se ilusionen!