Decir adiós

no t’entristeixis massa per les coses que deixem enrere

Es lo que me dijo Magda, a la que apenas conozco y en quien confío.

En mi vida he tenido que pasar página en diversas e importantes ocasiones y lo hice bien. La mayoría de las veces porque no hay más co… remedio. Y pasa de igual forma con situaciones dolorosas que con las más alegres y radiantes. Casi recuerdo con especial cariño el adiós a estas últimas, cuando eres consciente de que la felicidad inmensa de la que gozas va a evaporarse en segundos porque todo ha cambiado, porque todo va a cambiar, tu universo se descoloca y has de ser cosnciente de ello para no sucumbir en un mar de lágrimas, dudas, pensamientos recurrentes o anhelos de lo que fue.

Hoy he de decir adiós a algo y no sé hacerlo. Es un adiós a una etapa, a una forma de ver las cosas. Es como si de pronto te haces mayor, dejas de ser un niño y olvidas que mañana  es posible encontrar en el balcón ese coche de pedales; y la cosa es que yo no quiero dejar de ser un niño y mucho menos olvidar la ilusión de un coche de pedales.

Lo que tengo que hacer no sé hacerlo, aún así pienso que lo haré, porque sé qué es. Un ángel vuela por mí. Quiero evitar por todos los medios que en ese adiós entren personas, las que más quiero, las que quiero con locura. Será un pequeño ritual en mi mente y un ramillete de decisiones.

Un adiós a cosas, sólo a cosas, es lo que deseo. Pero hasta eso me resulta difícil, si yo me enamoro de una piedra.

Decir adiós es mirar atrás

volver la vista y ver que tú no estás